Día C: descubriendo a Cristóbal Colón

por Fátima Cortés

la fageda Ayer arrancaba el conocido día C, un ya clásico evento organizado por el Club de Creativos: anunciantes y agencias se reúnen entorno a la creatividad para reflexionar sobre el sector, sus características, tendencias, opiniones… Caras conocidas como la de Toni Segarra, Tracey Follows, David Moreno o Risto Mejide, entre otros.

Y ayer en el día A, había alguien más: un personaje que poco tiene que ver con la publicidad y que, de hecho, está convencido de que ésta no sirve para nada. Cristóbal Colón (sí, así se llama y de hecho le dio mucho juego) es el fundador de la Fageda, una empresa catalana dedicada a la elaboración de yogures que cuenta ya con alrededor de 300 trabajadores y este año ha llegado a facturar 16 millones de euros.

Nuestro protagonista habló con Risto sobre su empresa. Psicólogo de profesión y tras un largo periodo trabajando en un centro psiquiátrico, se dio cuenta de que sus pacientes, al salir, tenían verdaderas dificultades para encontrar trabajo. Sin pensarlo mucho, compró una granja en Garrotxa en la que comenzaron a elaborar yogures, tal y como él cuenta, los mejores del mundo.

La trayectoria es interesante. Narró con toda la naturalidad del mundo como su amiga Montse, directora del hospital Vall d’Hebron, accedió a comprarle los yogures si eran mejores y más baratos que los que tenía en aquel momento en sus menús. De ahí creció y se expandió hacia otros hospitales. Curiosamente, la madre del director de Alcampo, ingresada en uno de estos hospitales advirtió a su hijo de la existencia de estos yogures y le insistió para que los incluyera en sus lineales. Dicho y hecho, Fageda entró de lleno en la gran distribución para posicionarse como un producto de alta gama.

“Nuestros yogures son para gente lista (son los mejores), rica (son lo más caros con diferencia) y alta (su producto siempre está situada en las estanterías más altas”. En cuanto a la publicidad, Colón declara: “nunca he hecho publicidad. En primer lugar, porque no tenía dinero. En segundo lugar, creo que no sirve para nada”. El buen humor del ponente, su forma de hablar y la naturalidad que le caracteriza hicieron que, ante tan peligrosa declaración, el auditorio estallara en risas y aplausos.

Sin intención de expandirse, Cristóbal Colón está satisfecho con su producto, sus empleados y su modelo de negocio. Negocio que, por cierto, no es negocio sino que todo lo recaudado se reinvierte. No es una empresa al uso, es una empresa-obra social.

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