Los coches y el marketing

por Juan de los Ángeles

Nos costó decidirnos, pero finalmente, en las sesiones de tendencias de este último trimestre, hemos incluido una tendencia que, aparentemente, nada tiene que ver con la comunicación.

Se trata de los coches sin conductor. Esos automóviles que conducen solos y que parecen traídos del futuro. Llevamos tiempo hablando de ellos, pero nos siguen pareciendo un sueño imposible. Hasta que Google presentó su primer modelo hace un par de años. Secundado decididamente Tesla estos últimos meses y, sorprendentemente, por los grandes fabricantes de automóviles: todos parecen tener ya modelos desarrollados, que van presentando con más o menos cautela.

El impacto de esos nuevos vehículos en el sector de la automoción es más que evidente. Pero probablemente todavía sea mayor su efecto en los hábitos de vida y trabajo: ¿qué cambiará en nuestras vidas si el tiempo que dedicamos a conducir lo podemos emplear en otras cosas? La revista Inc. publicaba hace unos meses un artículo realmente inspirador, con ideas sobre esos posibles cambios. Lo titulaba “99 Ways Self-Driving Cars Will Totally Change Everything (Sooner Than You Think)“, y aparece lleno de ideas.

Pero quizá el impacto mayor de este nuevo gadget sea para la comunicación; porque el coche pasará de ser un medio de transporte a ser, al mismo tiempo, muchas otras cosas: lugar de trabajo, de consumo de medios, de descanso, de comunicación, de diversión… Una especie de “móvil con ruedas”, permanentemente conectado, totalmente geolocalizado, recogiendo datos sobre nuestra vida y consumo, y desde el que se puede hablar, hacer compras, ver películas, enviar mensajes, tener reuniones o consultar noticias. Las posibilidades son inmensas. Tanto para la gente como para las empresas: tecnológicas, de medios, de telecomunicaciones, o marcas en general. No es de extrañar que todos quieran entrar en este nuevo sector. El reciente informe de PSFK sobre el futuro de la automoción lo dice todo. Un informe, por cierto, patrocinado por Microsoft.

No sabemos cuánto tardará en llegar el coche sin conductor, pero probablemente llegará más pronto que tarde, sin que apenas nos demos cuenta, y se instalará en nuestras vidas como si siempre hubiese estado allí. De modo similar a como llegaron los smartphones y lo cambiaron todo. Casi sin darnos cuenta, pero de modo radical.